Mi resiliencia

"Desde que te fuiste he sentido un inmenso vacío.
El dolor y la nostalgia se han apoderado de mí.
Ya no sonrío, ya no río, ya no canto.
Ya no me ilusiono con nada, ni nada me ilusiona.
Mi corazón roto en mil pedazos..."

PUES... VA A SER QUE NO.

Se acabó el no escuchar.
Se acabó el pensar solo en ti.
Se acabó el cancelar planes a última hora.
Se acabó el tergiversar para quedar tú como el bueno o como la víctima.
Se acabó el mentirme, con respecto a cualquier cosa, pero sobre todo con respecto a tus sentimientos.
Se acabó ser la última persona que se entera de las cosas o con quien cuentas para un plan.
Se acabó el dar más prioridad a una red social que a una persona ("¿Te despiertas con una mujer al lado y lo primero que piensas es en coger el móvil?" )
Se acabó el esperar a que te diese la gana sacar tiempo, a que las cosas tuviesen que salir de ti.
Se acabó la cobardía, el no ser capaz de dar la cara, pero sí de ponerle buena cara a todo el mundo.
Pero sobre todo, se acabó mi amor por ti. 


Desde que te fuiste me siento libre.
Me siento feliz y satisfecha con mi vida.
La angustia y la desilusión ha desaparecido.
Todas esas esperanzas frustradas se han esfumado.
Y la vida es mucho más bonita con las personas que de verdad me quieren a mi lado.

He colmado mi vida de cosas que me llenan, que me ilusionan, que me hacen ser "yo".
He llenado mi vida de buenos momentos y de buenas personas. De planes y proyectos de futuro emocionantes. De buen rollo y de buenas vibraciones. 
Pero sobre todo, he llenado mi vida de verdad y de amor, y de un sin fin de valores a los que siempre he sido fiel como la sinceridad, el respeto, la lealtad, el amor, la amistad, la valentía, la gratitud, la humildad y la tolerancia.
Valores que pensé que tú tenías, pero que has demostrado que no.
Valores que espero que a lo largo de tu vida aprendas e incorpores a tu vida, para ser feliz, pero, sobre todo para evitar tener ese remordimiento de conciencia que te impide mirarme a la cara.

Sabes, desde que te fuiste me siento tan bien que hasta mi cuerpo lo exterioriza.
Ya no queda lugar para la tristeza, ni para el dolor.
Ya no queda lugar para las dudas, ni para el rencor.
Incluso, ese maldito acné que siempre me ha perseguido, a día de hoy ha desaparecido.

¡Fíjate qué cosas! Hasta me siento más guapa desde que no estás aquí.

Quizás, todo esto ha sido fruto de mi fortaleza, de mi capacidad de adaptación, de mi espíritu luchador que me hizo superar cada uno de los obstáculos de mi vida (que no han sido pocos).
Quizás, soy más fuerte de lo que nunca has sabido, de lo que nunca has creído, de lo que nunca te ha dado la gana aceptar.
Quizás tengo la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformando el dolor en la fuerza motora para superarme y lograr salir fortalecida de ellas.

Quizás lo que predomina en mí es la RESILIENCIA.

(Imagen: https://www.easyespanol.org/blog/author/diegoponceboxgmail-com/)

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